11 feb 2014

Lina Morgan se convirtió en Hulk.

Está nevando en el jardín y en mi casa no hay mucha calefacción, me debatía entre volver a poner verde en twitter “La vida de Adele” o escribir un rato, y aquí estamos.
Hay algo que debéis saber antes de seguir leyendo este blog, y es que, como bien saben los pocos amigos que poseo, tengo una curiosa habilidad que me ha llevado a bastantes situaciones comprometidas, y es mezclar el humor con el sarcasmo, cosa no recomendable a menos que no quieras llevarte una buena bofetada de quién no puede o no quiere captar el “humor” que destila cada una de mis frases.

Os mostraré un ejemplo gráfico: Al dejarlo con mi ex, mis amigas me llevaron “de fiesta” o lo que es lo mismo; una vil encerrona para presentarme a “una chica que es muy mona y que te va a encantar”.
Personalmente no tenía ninguna gana de conocer a nadie, estaba jodida y si algo se me da bien es amargarme solita, no necesitaba contagiar a nadie con mi pésimo estado de ánimo… peeero el Jaggermeister esa noche parecía manar mágicamente de los vasos de tubo y acabé bastante “afectadita” por las cabronas de mis “”””amigas”””.
Total, que me presentan a la víctima, a la supuesta mujer que me iba a hacer que olvidase todo con un buen polvo y un desayuno a medio correr por coger el primer tren de la mañana hasta casa. Pero yo no quería ni el polvo ni desayunar; necesitaba un buen café y unas mantas en las que perderme hasta el día siguiente.

La chica en cuestión era bastante mona y algo tímida, cosa que hizo que todo se fuese de las manos, porque, dentro de su mundo interior se encontraba una terrible feminista radical, cosa que desconocía por su aspecto de Lina Morgan.
Acababa de llegar del baño, y lo primero que se me ocurrió soltar es: “Disculpa la tardanza, es que me he dejado el camión en doble fila, ¿unos whiskies? Eso es muy de invertidas, ¿no?”.
Menos mal que acompañé la frase de un guiño, porque según iban pasando los segundos de silencio incómodo una vena enorme le salía de la sien.
Yo estaba más borracha que Masiel, por lo tanto no me pispé de nada y seguí comportándome como siempre que bebo demasiado, osea, como una mamarracha perdida, pero pensé (craso error) que la chica tendría sentido del humor.
Unos chupitos después en la barra acabé aplacando su ira con conversaciones sobre Rayuela y algo de indie nacional (lo que viene siendo el tema de todas las bolleras). La cosa es que me arrastró a la pista porque a Doña Lina Morgan le apetecía bailar, a mi no me hacía ni putísima gracia y sin planearlo le amargué la noche a nuestra "tonta del bote".
Me preguntó por qué no me movía y le contesté con una sonrisa de oreja a oreja: “Yo es que no salgo mucho de la cocina, y como estoy todo el día fregando no me da por hacer coreografías. ¿Y tú? ¿Friegas o bailas? Ya veo que bai…”.
Y ahí llegó. Nuestra pequeñita y adorable Lina Morgan se convirtió en Hulk, y noté el calor de una sincera pero fuerte HOSTIA con la mano abierta en la cara (no me dolió porque estaba borrachísima, pero a la mañana siguiente tenía cinco dedos marcados en mi mejilla).


¡HETEROPATRIARCADO!

Me llamó de todo. Mis amigas estaban flipando en full HD y un camarero de la discoteca había puesto una cara de “uhhh, eso ha dolido ¿eh?”. Preciosa noche, insuperable compañía. Un 10 sobre 10 en comunicación verbal, adiós polvo y adiós desayuno. Hola, café y mantita (y una bolsa de guisantes congelados).

No es la primera mujer que me da una bofetada, pero es que lejos de la cama no me suelen gustar mucho.
Conclusión: No es Lina Morgan todo lo que reluce.


Que tengáis un día dramáticamente tortillero, espero que nunca seáis tan gilipollas como yo ni tan radis como nuestra entrañable Lina Morgan.

9 feb 2014

¿Quién está al otro lado de la pantalla?


Al ser educada en el seno de una familia formal y católica hasta la médula espinal soy muy dada a las presentaciones; vamos a ello:

Nací en mi estación favorita, en Enero, esa estación que te permite llevar camisas de cuadros y gorros.
Suena a cliché, pero la música forma parte de mi vida tanto como el mundo que me rodea, es decir, me rodeo de música constantemente, es la forma más cómoda y placentera de disfrutar de todo (como la marihuana).
Me encanta ser mujer. Es algo curioso, porque, cuando lo digo siempre hay algún pobre chiquillo dispuesto a llamarme marimacho. No os equivoquéis, no soy una butch ni he pretendido serlo nunca, simplemente veo los vaqueros y la camisa más cómoda que un vestido y tacones, que no por ello he dejado nunca de ser mujer ni me ha salido barba (bigote sí, pero suelo quitármelo con cera antes de ver una sombrita incipiente propia de un camionero experimentado).
Yo no salí del armario, nunca he entrado en él, por desgracia para mis pobres y católicos padres, en el parvulario me quería casar con una chica en el patio y no con un chico maloliente e inmaduro (ya lo veis, como Evita Perón en versión tres añitos), y por cierto, he oficiado muchas bodas en mi colegio, ya que al no querer casarme con un chico reservé mi vida parvularia al servicio de los matrimonios de recreo (no sabéis lo difícil que es oficiar un par de bodas en 25 minutos, es que no lo sabéis, de verdad). Dejé mi vida sacerdotal por falta de tiempo para mis propias motivaciones personales y porque en realidad me chupaba un pié las relaciones personales de dos niños de tres años; yo quería jugar al rescate.



Soy feminista y sé compatibilizarlo con mi vida normal (como la marihuana). ¿Qué cosas tiene esta mujer, eh? Me refiero a que, a pesar de ser tan lesbiana que cada día me sorprenda a mí misma... me encanta tener tanto amigos como amigas, y la verdad, no tengo problemas con los tíos en ese sentido. Eso sí, me repatea y no sabéis cómo que puedan dejarse unos pelos largos como lianas en los sobacos y yo esté maltratándolos para dejarlos bonitos y que mis compañeras sentimentales no piensen que quiero asfixiarlas en medio de la noche. Sí, sigo convenios impuestos por el patriarcado y me jode, sí… pero ¿quién va a ligar con un gato acostado en la entrepierna? ¡Eso es muy de los ochenta! Además… dificulto el trabajo que tanto me gusta que me hagan (y ya paro que como me ponga cerda no hay quién me gane).
Hablo por los codos siempre y cuando no debo hacerlo: en la universidad, en el coche, mientras practico sexo… creo que nací hablando, o eso es lo que dice mi madre.
Toco la guitarra y hago canciones no escuchadas. Siempre he llevado mi Soundcloud en secreto (como la marihuana) y jamás he creído que tuviese talento alguno, pero ahora me importa una soberana caquita que lo escuchéis, total, me paso el día haciendo el ganso, no es nada nuevo.

He hablado de más, como siempre, pero aún me he dejado cosas en el tintero que ya os contaré más adelante, como una curiosa alergia que hará temblar las instituciones lésbicas más sagradas o mi profundo y delirante sarcasmo que tanto me caracteriza.
Bueno, pues con esto y un bizcocho… joder es que no hay nada con tortilla que rime con chocho, qué le voy a hacer.

Que tengáis un dramático a la par que tortillero día.